miércoles, 3 de agosto de 2011

un aporte a la historia, para el conocimiento genuino de la Verdad histórica, LOLA pero como dice la canción el amor es más fuerte!. DISFRUTEN O APRENDAN LO QUE MEJOR LES PAREZCA (JPR)


El Club Atlético Rosario Central , a través de su Secretaria de Cultura, recupera luego de un viaje en el espacio y en el tiempo, un banderín que el entonces Vicepresidente de nuestro club Osvaldo rodenas le enviara al Genral Juan Domingo Perón en Puerta de Hierro en el año 1971.
Con motivo de una subasta realizada en la ciudad de Buenos Aires el miércoles 8 de junio de 2011, la Secretaría de Cultura, con la ayuda de la Filial Gigante de Arroyito de Buenos Aires y demás colaboradores de la Secretaría, adquiere en el remate, un banderín de Rosario Central propiedad en vida de Don Juan Domingo Perón.
En el llamado de la Fundación FUNPAZ (Fundación por la paz y amistad de los pueblos) a una subasta de objetos pertenecientes al General, se descubre en el informe que, entre varios objetos, figura el lote n° 57  "Banderín del Club Atlético Rosario Central. Obsq. a J. D. Perón".
Dicho banderín fue obsequiado a Perón en un viaje que el Sr. Osvaldo "Tito" Rodenas realizara a España a mediados del año 1971 en su residencia de Madrid.
40 años después, luego de concurrir a la subasta, gestionar el privilegio de retirar el lote y adquirirlo como Patrimonio institucional, el banderín retorna a nuestra institución después de haber pasado por las manos de una de las personas que ha sido símbolo de nuestra historia nacional en momentos concordantes con nuestros años de mayor gloria institucional y deportiva.
El banderín, la carta del General Perón que le enviase a Tito Rodenas el 10 de diciembre de 1971, y el certificado de la adquisición de la subasta, enmarcados, podrán visitarse en nuestra sede de calle Mitre, para luego poder formar parte del futuro Museo de Club Atlético Rosario Central en la subsede Británica.
A continuación la carta que la familia Rodenas le hiciese llegar a la Secretaría de Cultura del CARC.

La Carta y el Banderin de la Memoria de un club que se resiste al olvido: Rosario Central
Nada mejor para entender una historia de vida que mirar en los orígenes de quien la encarna: nuestro padre, Antonio O. Rodenas, Tito para todos los centralistas. Fue nieto de inmigrantes catalanes y andaluces, hijo del esfuerzo de un maquinista ferroviario yrigoyenista y de una madre tesonera que lo soñó universitario y que  muy joven sintió el llamado de la historia para ser parte de ella.Y se lanzó a ella cuando el siglo dejaba atrás una década de atraso e infamia.Abrazó la política con la convicción de que ella era la forma de transformar un mundo de desigualdades que lo rebelaba, y participó en una de las gestas transformadoras más conmocionantes del siglo 20 en nuestro país cuando integró las filas del laborismo primero y del peronismo después.Tal vez algunos se extrañen de esta primer referencia hacia su persona.Pero es imposible pensar en él obviando esta circunstancia.Simplemente porque fue ese el lugar donde templó su espíritu, donde su intelecto creció y donde aprendió- siempre nos lo decía- que el ejercicio del poder supone racionalidad, capacidad de negociación, paciencia  y una sensibilidad siempre atenta a las necesidades de los que menos tienen.De la política y por la política recibió grandes gratificaciones y duras pruebas: fue Diputado Provincial a los 24 años, Ministro de Acción Social y miembro activo del partido que trazara una fuerte bisagra en la historia del país.Pero también sufrió los embates de todas las dictaduras que le tocó soportar: desde “la fusiladora" -como le gustaba decir- que lo confinó por largo tiempo a una Cárcel en Esquel,  hasta el golpe de Estado del año l976 con el cual perdió, además de su condición de Adscripto a la Presidencia del FFCC, su cargo de Secretario del EAM, entidad organizadora por esos años del mundial de 1978.Con esa escena de fondo y con todo lo que implicaba venir de donde venía y las pasiones que lo atravesaban, en los años 60 desembarcó en Central .No exageramos en sostener que en Rosario Central, Tito, como le gustaba que lo llamaran, fue profunda y enteramente feliz.Cuando muchos confunden política con arreglos espurios y vacíos intereses de sector, él supo -casi como un pionero en esta ciudad - que el fútbol es una maravillosa construcción colectiva, una expresión genuina de la argentinidad y uno de los espacios más apasionantes de la expresión del pueblo.No tuvo temor, entonces, de poner al servicio del club de sus amores toda la experiencia adquirida en ese otro ámbito que lo vio crecer. Y esto, vale la pena aclararlo, muchas veces le hizo sufrir  injustamente ciertas consideraciones, que a fuerza de mentiras y descrédito, intentaron opacar lo que en verdad fue, y nadie podrá refutarlo porque los hechos lo avalan, la mirada estratégica de quien vio en un Central aún pequeño todo el potencial que se desarrollaría después.Respetuoso de la historia del club y de sus protagonistas (Flynn, Rodríguez Araya, Montserrat, Boerio y tantos otros), ingresó como Vocal hasta llegar a la Secretaría General, lugar desde donde, acompañando a Víctor Vesco, dejara su impronta para que Central se lanzara al país primero y al mundo después para ocupar el sitio que  hoy se le asigna entre las instituciones más grandes.
Nuestro padre dejó gran parte de su energía en Central.Su tiempo, sus ilusiones y sus proyectos tuvieron que ver hasta el último día de su vida con Central.Y la gente, los hinchas y socios de su querido club, siempre lo supieron: como cuando coreaban su nombre en la Tribuna del estadio viejo como si fuese un jugador más.Es que en cierta forma lo fue: cuando los dirigentes logran interpretar los sentimientos que genera el futbol llegan a formar parte de la entraña y de la historia misma de los clubes como Tito lo hizo con la de Central.Así, protagonizó una de las etapas más ricas en logros deportivos e institucionales y abordó casi como un desafío personal las negociaciones para que Rosario primero y Central después fueran declaradas Subsedes del mundial del año ‘78. Negociaciones que, vale la pena aclarar -para dar por tierra definitivamente las torpes e infundadas versiones que circulan en torno a ello- fueron realizadas dentro de la vigencia del gobierno surgido en elecciones democráticas y que nada tuvieron que ver con el gobierno de facto que en el año l976 lo dejara cesante de sus cargos como para confirmar que su historia volvía a repetirse.Lo demás está en la memoria colectiva, en las miles de anécdotas que  podríamos contar, en cómo Central ingresó para siempre en la vida familiar, en los domingos de fútbol y sólo fútbol convertido casi en una religión, un ritual del que todos fuimos parte y lo acompañamos, sobre todo nuestra madre, que vio invadida su vida por los colores de esta pasión.En la actitud paternal que tuvo con los jugadores, en el respeto por los cuerpos técnicos, en la forma que Central tuvo presencia en AFA , en las conquistas deportivas y en la grandeza social.No exageramos si decimos que dejó parte de su salud en tal empresa.No exageramos si decimos que arriesgó más de una vez su patrimonio en esta causa.No exageramos si decimos que palpitaba por Central aún cuando la falta de memoria de algunos lo condenó a ver los partidos sólo por televisión y cuando el partido se complicaba nos pedía que le acercáramos una de las cartas que intercambiara con el general Perón en la que se aludía a su querido Central y a este emblema hoy gracias a ustedes recuperado y que abrazaba casi como un conjuro, como si gran parte de su vida pudiese resumirse en ese gesto.Esa es la Carta que entre otras cosas, nos confirma que este valioso objeto que hoy está de nuevo "en casa" perteneció a la colección personal de uno de los grandes hombres de la historia de nuestro país.No es un simple banderín: es un pedazo de la historia de nuestra Patria que alguien atesoró sin dudas, con el mismo cuidado que le adjudicó quien se lo acercó -en nombre de su Club- en el exilio forzado en Puerta de Hierro.No hace falta ser peronista para emocionarse. Sólo hace falta ser lo que muchos no son: inteligentes, abiertos, imaginativos y audaces.Eso es ser Canaya.Ser Canaya es pensar distinto, que no es lo mismo que pensar en contra, abrir la puerta a los que se atreven, construir, proyectarse al futuro y soñar. ¿Quién iba a creer, en el año 1971, en la utopía de un Central en el mundo, con un Estadio Gigante y con logros deportivos y sociales de la trascendencia de aquellos y de los que le siguieron?Y sucedió, como suceden las grandes cosas: por la audacia de algunos hombres y el acompañamiento de tantos otros...La lista es muy grande. Nuestro padre está entre ellos.Muchas gracias Javier, muchas gracias a todos ustedes por sembrar nuevamente, por recuperar espacios, por ejercitar la  memoria. Ya volveremos a estar en el lugar del cual nunca debimos irnos, y como diría otro Canaya ilustre, Hasta la victoria siempre!!!!!!!
Alicia, Alejandra, Lisi y Tato Rodenas

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